igual que la resina por los pinos, como gotas de sudor, como vencejos.
Las quise hacer callar como se para de bailar cuando uno ve que baila solo
Y Ahora mi crayón y mi libreta, liberados del cajón tras tanto tiempo,
dispuestos a escuchar, como perdidos, enmudecen al mirar lo que miraban.
Los bosques no son nada, el cielo, nada, ni la luna y las estrellas son ya nada,
el futuro ya no es ni una canica al lado del pasado, que no es nada.
Ya sé que todo sigue igual que entonces, cuando pegaba palabras a las cosas:
las cosas no son nada y mis palabras no deben haber sido nunca nada.
Y así voy repasando uno por uno los poemas que escribí, que no eran nada,
la carta que al final no le envié, mi firma al terminar, mi nombre, nada.
23-ene-2010 (se quedó en borrador estos 11 años. No lo recordaba. Seguramente estaba pendiente de corregir el último y antepenúltimo verso, que son dobles endecasílabos en lugar de la estructura 11+12 que tienen todos los demás)
