Empiezo este blog en una situación muy especial y, en realidad, dudo que hubiera tenido tiempo de comenzarlo de no encontrarme en esta situación. Me encuentro, como tantos y tantos otros a estas alturas de la civilización políticamente organizada, "buscando trabajo".
Aunque debo confesar que entro en las páginas de empleo cosa de dos veces por semana. Lo mío es una mezcla de exceso de fe en la última solicitud que eché (que me hace quedarme satisfecho y de brazos cruzados un par de días) y exceso de fe en la próxima solicitud que voy a echar (lo que me hace pensármelo mucho, no vaya a terminar trabajando en algo que no me gusta). Supongo que ahora mismo soy uno de esos casos paradójicos que rompen la cintura a los teólogos, a saber: un caso en el que la fe te lleva a esforzarte menos...
Desde aquí pido disculpas a los teólogos, que seguro que no tendrán mucho problema en terminar encontrando una solución teórica para esta paradoja.
Bueno, mientras "busco trabajo", no estoy de brazos cruzados. Soy profesor de Español. En el contrato verbal que hice en su día con mis alumnos, la familia B., pone que tendremos tres clases por semana. Sin embargo, ya llevaban tres semanas excusándose uno de los días y dejándolo en dos clases semanales (con la consiguiente reducción de salario que eso supone, dado que cobro por horas) y esta semana por fin se excusaron dos días y pal tercero les surgió un imprevisto. Resultado: He encontrado una de las ecuaciones que rigen mi comportamiento
Semana libre + Ingresos nulos = nuevo blog. (1)
La llamaré primera ley de jíbaro. Así es como se hace la ciencia.
En fin, mañana os contaré los pormenores de otros trabajos no-remunerados que estoy haciendo. Por hoy os dejo no sin antes avisaros de que anoche publiqué en avicena13 un relatillo no más largo que esta entrada y que seguro os producirá algún efecto... risa o pena... no sé. Es un relato que sirve para clasificar lectores en los que se ríen y los que se apenan.
Que la fuerza os acelere.
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