domingo, 18 de octubre de 2009

Pedir perdón

Pedir perdón es de cobardes y es una ofensa más para aquél a quien se le pide.

Sé que la opinión general dice todo lo contrario, pero creo que la opinión general se acepta sin pensar sólo porque es general. En algún momento de la historia parece que se estableció que, como pedir perdón es admitir la culpa y es dar la razón al otro, es suficiente para restaurar la ofensa, la justicia, la paz, convivencia... como se le quiera llamar. De ahí han terminado por aparecer reglas tan absurdas como que al que pide perdón hay que perdonarle o que el que no perdona al que se lo pide queda peor que éste... bla, bla, bla. Éso origina a diario situaciones esperpénticas conocidas por todos del estilo de:

"¡Vale, te pegué un bofetón, pero ya te he pedido perdón, joé!"

"Oye, te he pedido perdón, si te vas a poner así no te lo pido más"

Pedir perdón se ha convertido en una estrategia sucia por la que el ofendido es obligado a olvidar la ofensa y, de negarse, es considerado un ser ruin y un soberbio y acaba llevándose toda la mala fama ocasionada por el problema. No sólo eso: el que pide perdón es ensalzado por la sociedad como persona sabia y humilde. Parece que es mejor comportarse como un animal y andar pidiendo perdón que controlarse y comportarse como una persona en todo momento. Cuando te piden perdón te están diciendo: "Te abofeteo y puedo obligarte a que lo olvides, puedo obligarte a que no tomes represalias. Me he salido con la mía". En definitiva, te están diciendo: "Eres tonto y te manejo como me da la gana".

Cierto que cuando uno pide perdón su actitud no suele ser la de recrearse en la ofensa y en el hecho de poder salir ileso (e incluso vituperado) de la situación, sino que suele tener una actitud de arrepentimiento y humillación. Sí, pero actitudes a parte, la idea del que pide perdón es que con las palabritas "perdóname, lo siento" ha hecho una obra maravillosa que lo convierte en una persona perfecta que ha hecho que el mundo sea mejor y que ha adquirido el DERECHO a ser tratado como si nunca hubiera pasado nada. El que no lo crea, que pruebe un día a decir unas palabritas antes de perdonar, verá como el que se disculpa le sale con el "eh, oye. Cuando se pide perdón hay que disculpar, si no no te pido perdón nunca más. ¿Vale?".

Creo que es útil informar de que uno lo siente cuando ha ofendido a otro, pero ese "lo siento" no es una petición de absolución y olvido, sólo es un principio de comunicación, una declaración de buenas intenciones. En mi opinión, cualquier persona que pretenda no volver a ofender al ofendido y, sobre todo, conservar un poco de su propia dignidad buscará la manera de reparar la ofensa y si no la encuentra la preguntará. Pero nunca, NUNCA, pedirá una absolución sin motivo.

En fin, estas cosas pasan. La gente pide... no, la gente EXIGE el perdón a diario y el ofendido tiene que tomar alguna actitud ante la exigencia. He pensado algunas salidas y creo que la más inteligente es acceder y perdonar. Es fácil y efectivo, uno dice "no te preocupes, está olvidado" aunque en ese momento le sea imposible creerse sus palabras. A partir de ahí, la falta de valor y dignidad del absuelto hacen que, sin que uno lo pretenda, se le empiece a despreciar. Si el problema fue grave, el absuelto pasa a contar tan poco y a tener tan poco valor, que cualquier intento de ofensa no ofende ya más, cualquier provocación no provoca, cualquier conversación se termina con un monosílabo, la relación con él desaparece sin notarlo.... y entonces sí, se consigue olvidar de verdad la ofensa.

Creedme, funciona. Tanto reparar la ofensa sin exigir una absolución como perdonar y dejar que el desprecio lave la Herida.

Que la fuerza os acelere

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